Esta época del año de verdad que me encanta! Ya lo se, también lo dije hace algún articulo pero es que es así! Además, este año en concreto, parece que todo está congeniando de una manera casi mágicamente perfecta!
Tras unos pequeños sustos finalmente en la última ecografía nos han confirmado que ya no hay problemas y Naia está bien (dentro de lo que cabe esperar para una embarazada de ocho meses), el pequeñín detrás de su barriga sigue creciendo fuerte y vital, el pequeñín delante de su barriga, que observa el ombligo como si de repente fuera a salir de ahí su hermanito, está en una etapa maravillosa, descubriendo con sus porqués cómo funciona el mundo. En cuanto a mi, por fin he terminado de preparar el Video curso de fotografía para padres, un proyecto que me ha absorbido por completo en estos dos últimos meses y en el que he volcado todo mi mismo.
Así que ahora tengo mucho más tiempo para dedicar a mi familia y, como por las tardes mi mujer empieza a estar cada vez más cansada, Luca y yo aprovechamos la ocasión para salir a dar un paseo en bici dejando a Naia la oportunidad de descansar tranquila.
Te juro que no lo hacemos adrede pero parece que ambos, tanto yo como Luca, estamos buscando la fórmula del paseo perfecto. Hay elementos clave que no pueden faltar como ir a dar de comer a los patos del río, y por supuesto el medio de transporte, la bicicleta, es determinante.
Pero lo que a principio parecía una obsesión mía, o sea llevar la cámara de fotos para sacar algunos retratos, en realidad está empezando a convertirse en otro elemento clave para el éxito del paseo, sobretodo claramente en lo que a Luca se refiere. Está siendo algo totalmente natural y no programado, te lo juro!
Pero creo que estoy empezando a cultivar en él la semilla de la pasión por la fotografía.
Quizás porque tiene el 100% de mis atenciones, quizás porque se siente feliz, quizás porque después de ver a mamá pata con sus patitos le entra el buen humor (si es que puede mejorar más aún) o quizás será porque de verdad está empezando a brotar la semilla de la fotografía en él, y le está apasionando… el caso es que en estos paseos cuando llega la hora de sacar unas fotos, y te puedo asegurar que llega muchas veces a lo largo de una salida, se entrega totalmente al objetivo.
Entiende que es una sesión de foto, que luego iremos a casa a mirarlas por el ordenador, que también mandaremos alguna de esas fotos a sus abuelos o a sus tías con el móvil… en fin, ya ha entendido exactamente qué es lo que hacemos. Y lo corrobora el hecho de que más de una vez le hemos sorprendido jugando a “hacer sesiones fotográficas” en las que recrea un escena con los cojines de los sofás y coloca con minuciosa precisión sus muñequitos de Playmobil para luego sacarles fotos con su cámara de juguete.
Por no hablar de que a menudo se cuela en mis sesiones fotográficas como si de un mentor intentando explicarme algún concepto se tratara.
Así que ahí nos tienes, padre y hijo explorando la ciudad en busca de rincones fotogénicos y bañados por una preciosa luz… bueno, toda esta parte él ni la sospecha la mayoría de las veces está convencido de que estamos buscando a papá pato.
Lo mejor de todo esto es que después de haber disfrutado infinitamente de la tarde con mi hijo, al llegar a casa mi mujer me da encima las gracias. Creo que algo parecido a esto debe de ser la definición perfecta de afortunado.