Cuando realizas una foto con la que quieres transmitir una sensación de angustia y tensión al observador, tienes que poner mucho cuidado en la manera en la que retratas tu sujeto. No necesitas que tu modelo ponga su cara de guapa y una pose sexy; necesitas actitud, que su cara manifieste esa sensación de angustia con una expresión seria y un portamento amenazador. Es muy importante cuidar el lenguaje corporal, puesto que lo que ve la persona que observa la foto es una imagen estática y nuestro objetivo es el de despertar en ella esa sensación de inquietud y peligro, tenemos que sugerir un movimiento si queremos que piense en que el sujeto se moverá, tenemos que insinuar una amenaza con la expresión de su rostro si deseamos que se sienta amenazada.
Esta es una foto que tomé en 2014, llevaba rondando por mi cabeza muchos meses y sólo estaba esperando el momento y el lugar donde poder realizarla. Siempre tienes que buscar la complicidad de tu modelo, y aún más cuando quieres plasmar una foto que has concebido en tu cabeza. Solamente tu conoces a priori el resultado que quieres obtener con tu foto y lo mejor que puedes hacer es describir esa idea que tienes de la manera más sencilla posible.
Lo único que le dije a la modelo, mi mujer, fué “cariño no necesito que seas la mas guapa de la playa, necesito que seas el monstruo que sale del lago”.
Esta es una foto de hace algunos años, solía bromear diciéndole a mi mujer (en aquel entonces mi novia) que tenía en sus manos armas de seducción de masa. Yo claramente me refería a su belleza desarmante y a la manera que tenía de mirarme, pero ella cogió su pintalabios y me desafió con el. En el punto de enfoque está su pintalabios, objeto con el que me quiere desafiar, pero la intención se lee en su rostro y en sus ojos que, a pesar de la poca profundidad de campo, consiguen transmitir su intención con toda su fuerza e intensidad.
Esta foto retrata todo lo contrario a las fotos anteriores. Retrata nuestro lado indefenso y vulnerable. Nuestro deseo de protección. Una barrera de roca que, como una indestructible concha, nos protege del mundo exterior, y nosotros al seguro dentro de ella.