Si eres uno de esos papás/mamás que pueden presumir de tener un niño que duerme bien toda la noche e incluso se queda dormido hasta tarde los fines de semana, y no de esos pequeños terroristas nocturnos, que se despiertan llamándote hasta por nombre y apellido para pedirte que le prepares un biberón de leche, tienes toda mi admiración (y envidia también, vamos a ser sinceros). Porque parece que sí que existen niños así. Tengo unos amigos que incluso tienen dos ejemplares!
Claramente, después de una premisa como esta, te estarás figurando que Luca no es uno de esos niños. Y hoy, precioso domingo de invierno avanzado, ha decidido que las siete era una buena hora para levantarnos puesto que necesitaba hacer pis. Y ya que su papá se había levantado para ayudarle, no podía dejarlo escapar. Vamos al grano, nos hemos tenido que ir al salón a jugar con los Lego a hacer torres (más bien Luca hacia la torres y yo le animaba a seguir con un ojo entreabierto y otro cerrado).
Pero incluso este aparente descanso duró poco, pues tenía hambre y quería desayunar. Así que fuimos a la cocina y desayunamos ambos; bendito café. Creo que muchos días serían sencillamente imposibles sin café.
Entonces después de reponer energía con un abundante desayuno volvimos al salón. Luca estaba pletórico y de magnífico humor así que le desnudé y colocando rápidamente un softbox a la derecha para iluminarle la cara y un flash al fondo y la izquierda para la contraluz, nos pusimos a hacer fotos.
Todo esto transcurría entre las ocho y las nueve menos cuarto de la mañana más o menos, y mientras que la ciudad descansaba feliz en esa mañana de domingo, nosotros ahí dándolo todo. Pero ya Luca empezaba a cansarse y ya no tenía ninguna gana de colaborar, es más, se le metió en la cabeza la idea de que tenía que fotografiar a su muñeco de la patrulla canina y no quiso darse la vuelta hasta que lo hiciera.
Esa fue la señal, nos vestimos rápida y silenciosamente para ir a la panadería a comprar croissants para mamá, que seguía aún en la cama durmiendo (todas sus energías son ahora para la semillita). De este modo, al volver, le preparamos un delicioso desayuno para llevarle a la cama, con zumo recién exprimido, una taza de leche y un croissant recién horneado.
¿Sabes cuando el ordenador se te queda atascado? Lo apagas y vuelves a encender y magicamente se arregla todo…
Algo similar debió de ocurrirle a Luca al salir de casa, aunque solo salimos durante pocos minutos. Debe de haber sido eso o el poder despertar a su madre con un enorme beso en la cara susurrándole al oído las palabras preferidas de Naiara: ti amo. Soy consciente, estamos criando un seductor!
Sea cual sea la razón, el caso es que volvió a encenderse en Luca el deseo de jugar a hacernos fotos y de posar, aunque esta vez en la cama de sus papis escondiéndose debajo de la sábana.
Luego vinieron las ganas de hacer un poco de gimnástica artistica… con las piruetas y los saltos.
Y como no podía ser menos, ya que en este último periodo imita absolutamente todo lo que hacemos, dijo que ahora le tocaba a él hacernos fotos y quería que le dejase mi cámara. Lo cual, se traduce como fin de la sesión fotográfica.
En todas estas fotos que hicimos en la cama, la iluminación es la misma que usé antes en el salón pero al revés: softbox a la izquierda como luz principal para iluminar Luca, y un flash al fondo y la derecha para la contraluz. Por la ventana entraba muy poca luz que apenas influyó en la iluminación global.
Así que ya sabes, si un domingo tu hijit@ te despierta pronto porque ha decretado que ya es más que suficiente lo que habéis dormido, no intentes convencerl@ a contar ovejas, como hice yo.
Desayuna bien, recarga tu cuerpo con abundante cafeína, coge tu cámara de fotos y sácale partido a toda la marcha que tiene tu pequeñ@. Hay veces que las mejores sesiones son las que no hemos planificado.