¿Que haces cuando tienes en mente una foto y te encanta la manera en la que la estás pre-visualizando en tu cabeza y quieres conseguirla a toda costa, pero todo el resto del universo se te opone?
¡Pues te adaptas!
Esa es la respuesta corta. Pero en las siguientes palabras está la historia completa de como volver a casa sin las manos vacías. Es más, en realidad casi estoy más contento con lo que he conseguido que con lo que quería conseguir.
El caso es que llevo días pensando en una foto de Luca entre los altos tallos de un campo de girasoles, y todo esto aprovechando la luz del atardecer en contraluz.
Problema nº 1: por raro y casi imposible que parezca no consigo encontrar ningun campo de girasoles en mis alrededores.
Problema nº 2 y 3: después de correr la voz de que necesito un campo de girasoles, por fin llega a mis oídos la ubicación de uno que no está muy cerca, pero tampoco muy lejos. Pero cuando llegamos descubro que ya los girasoles están muy maduros y empezando a marchitarse y además debido a la ubicación del campo no puedo aprovechar la contraluz de la hora dorada.
Vale no pasa nada, me vale también sin contraluz y con girasoles no tan amarillos y vibrantes de color, pero es ahí cuando doy con el problema nº4, el más insuperable de todos: Luca no quiere!
No le gusta estar ahí, no le apetece esconderse detrás de los tallos de girasoles ni entre ellos. Así que ya me doy por vencido… Solo gracias a la acción persuasiva de su madre (y una buena dosis de aceitunas), Luca consigue acercarse en una clara donde las flores no están muy prietas y este es el resultado:
No está tan mal, pero desde luego no es lo que tenía en mi cabeza y además se le ve con cara de “¡me largo de aquí en cerocomados!”
Así que nos marchamos todos. Nos montamos en coche los tres (y medio 😍) y nos volvemos hacía casa, cuando un poco más al sur encuentro un bonito sitio donde puedo cómodamente dejar el coche y bajar para sacar por lo menos unos últimos retratos del embarazo de Naia, esta vez sí aprovechando la magnifica luz de la hora dorada en contraluz!
¿Que te puedo decir? En esta etapa de mi vida estoy casi obsesionado con la luz de la hora dorada en contraluz…
El caso es que empecé retratando mi mujer y foto tras foto, click tras click, también el niño se fue animando, dispuesto a colaborar y participar activamente en la sesión fotográfica.
No se si volveremos a salir de excursión los tres juntos antes de que nazca Leo. Puede que estos sean los últimos retratos del embarazo de Naia, por lo menos en exteriores… El caso es que estoy mucho más contento con estas fotos que con la que tenia en mi cabeza de Luca entre girasoles.
Como estábamos muy a gusto todos, se nos marchó el sol y nosotros seguíamos haciendo fotos. Ninguno de nosotros tenía ganas de volver a casa aún y, como mi mujer lo piensa siempre todo, teníamos todo lo necesario para hacer un pequeño, romántico y bonito pic-nic rico de amor en familia todos juntos.
Como me dice siempre ella, “cuando tu vas yo vuelvo”… o sea que casi siempre, cuando se me enciende la bombilla de la idea, Naiara ya le ha estado dando diez mil vueltas a esa idea y la está ya poniendo en acto…
Así que mientras yo voy con lo puesto y preparo el equipo fotográfico ella se encarga de coger todo lo necesario para un hipotético pic-nic por si surge, incluso un precioso (y fotogénico) mandala para poner en el suelo.
De todos modos ya decía yo que me extrañaba que tuviéramos aceitunas para convencer a Luca en los girasoles…
¡¡¡ Me encanta !!! 😀